■Las guerras de Obama, Ambrose Evans-Pritchard y Robert Gates
Alfredo Jalife-Rahme
El analista británico Ambrose Evans-Pritchard, vinculado a los intereses financieros de la City, advierte que la “estabilidad mundial pende de un hilo conforme las economías continúan su desplome” (The Daily Telegraph, 30/11/08) y comenta que en forma similar a las burbujas financieras, la “burbuja política está estallando”, y en forma análoga a los “diferenciales (spreads) financieros de riesgo” de la “sequía crediticia”, los “diferenciales de riesgo geoestratégico se han ampliado ahora en forma dramática”.
Concede enorme importancia a los Bonos del Tesoro de Estados Unidos de tres meses, que se han vuelto el “último refugio seguro” y que otorgan un rendimiento menor a cero después de descontar los costos, lo que demuestra que “ahora se paga a Washington por guardar el dinero de los ahorradores”, cuando se han desmoronado los valores del “RIC” (Rusia, India y China), que ha impulsado una fuga de capitales hacia el dólar.
Alega que la “atrocidad” de Bombay puede entronizar al partido nacionalista hindú Bharatiya Janata al poder (la tesis de Bajo la Lupa, 3/12/08), lo que derivaría en una “confrontación nuclear (¡super-sic!) entre India y Pakistán”.
Abulta las protestas del centro exportador de Guandong, debido al contagio del tsunami financiero que ha golpeado a China, que “recurriría a la carta nacionalista” mediante una incursión de sus submarinos en aguas japonesas, lo que desembocaría en “represalias de Estados Unidos”.
Extiende la descomposición financiera, económica y geopolítica a varias zonas de Europa, y en particular a Rusia: “secuestrada por los precios del petróleo, que en caso de descender debajo de 50 dólares el barril (nota: ahora se cotiza en 42 dólares) generaría un movimiento telúrico”.
Rememora antecedentes similares en la década de los 30 del siglo pasado cuando “nada era obvio” hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, y refiere que “hoy los excesos de deuda son mucho mayores”. Sugiere que los inversionistas deben apostar a los países con una “democracia profundamente arraigada, un fuerte sentido de solidaridad nacional, una probada (sic) aplicación de las leyes y portaviones nucleares (¡supersic!)”, es decir: “Estados Unidos y Gran Bretaña (GB)”.
¿Propició la banca israelí-anglosajona la carnicería de Bombay con el fin de repatriar los capitales a Estados Unidos y revaluar artificialmente el dólar? ¿Apuesta Ambrose Evans-Pritchard a una tercera guerra mundial para capitalizar los ahorros de los inversionistas en Estados Unidos y GB?
Ilya Kramnik, comentarista militar de Ria Novosti (2/12/08), y Bob Gates, secretario del Pentágono –que repite con Obama– (The Financial Times, 5/12/08), plantean guerras de diferente escala e intensidad, muy alejadas de la tesis apocalíptica de Ambrose Evans-Pritchard.
Ilya Kramnik sopesa las “posibles (sic) guerras de Obama”, que coloca en tres regiones: Afganistán, Irán y el Mar Negro. Considera que el “conflicto en Afganistán tiende a intensificarse” cuando “el Pentágono ha anunciado un plan para incrementar sus tropas a más de 50 mil soldados”, que puede llevar al empantanamiento de Estados Unidos, como sucedió con la URSS. Es evidente que la guerra en Afganistán sirve para descargar los inventarios del complejo militar-industrial de Estados Unidos.
Ilya Kramnik considera que “Irán permanecerá en la lista de las prioridades”, pero en las “presentes circunstancias Estados Unidos no se encuentra en condiciones de desencadenar una nueva guerra en la región” y optará por “ejercer presión en el interior mediante el apoyo a la oposición”.
Washington ejercería presiones sobre Moscú en la “región del Mar Negro”: el riesgo de otro conflicto entre Georgia y Rusia es “muy alto” e involucraría a Ucrania, cuando “Estados Unidos ha aumentado su flota”. Los movimientos de atracción de Ucrania y Estados Unidos servirían para facilitar la revancha de Georgia.
Los temores de Ilya Kramnik sobre un conflicto en la región del Mar Negro se confinan a los últimos días de Baby Bush ya que con Obama en la presidencia “un conflicto sería menos probable”.
Aduce que “con mayor probabilidad, Obama proseguirá el despliegue de los nuevos sistemas misilísticos de defensa en Europa del este” y asevera que “otras guerras no empezarán probablemente en otras partes del mundo”. ¡Gracias!
Sobre Venezuela afirma que Obama se limitará a apoyar a la oposición, y concluye que las “tensiones internacionales probablemente no serán menos intensas”, pero que la “crisis económica global, que apenas ha empezado (sic), y su subsecuente desarrollo, afectarían seriamente los planes políticos de las grandes potencias”. Si no entendemos mal: en un descuido se revientan las previsiones.
Más a tono con Ambrose Evans-Pritchard, Chatam House (19/11/08), uno de los más importantes centros de pensamiento de GB, abre conceptualmente un nuevo frente en el Cuerno de África, donde el caos en Yemen, debido al desplome de los precios del petróleo, se extendería a Kenia, Somalia (con todo y piratas) y hasta Arabia Saudita (¡supersic!).
A nuestro juicio, en el mundo israelí anglosajón colisionan dos escuelas de pensamiento: 1) la superbélica de los neoconservadores straussianos, vinculados a la dupla Bush-Cheney (aliada al israelí Bibi Netanyahu, candidato a primer ministro en las elecciones de febrero), pese a su crepúsculo, todavía pueden causar grave daño en los próximos 54 días antes de despedirse y legar un campo minado a Obama, que, a nuestro juicio, sembraron en Bombay; y 2) la “realista”, el nuevo eje de seguridad nacional (Scowcroft-Brzezinski-Jones-Gates) y la diplomacia clintoniana que prefieren resolver los contenciosos de Irán, Siria, Líbano y Palestina mediante negociaciones.
En un próximo ensayo en la influyente revista Foreign Affairs (bimestre enero-febrero 2009), cuyos extractos fueron publicados por The Financial Times, Bob Gates (vinculado al ex asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft y a Daddy Bush más que a Baby Bush), se pronuncia en forma impactante en favor de un “mayor énfasis” para que “ Estados Unidos se prepare a la contrainsurgencia y a las operaciones de estabilidad (sic) en lugar de su tradicional preocupación con guerras largas y dispendiosos sistemas armamentistas”.
A reserva de profundizar sobre la nueva doctrina Gates, suena impresionante que invite al Congreso en forma poco usual a financiar generosamente al Departamento de Estado para promover la diplomacia de Estados Unidos y su softpower en el mundo. El concepto de softpower, es decir, que utiliza el formidable poderío de Estados Unidos en materia cultural, científica y diplomática, fue formulado por Joseph Nye, politólogo de Harvard.
En forma inteligente, Gates repele librar otra guerra al estilo Irak y se rehúsa a empantanarse en una nueva guerra fría ni, mucho menos, en una tercera guerra mundial. ¿Dejarán actuar a Gates los neoconservadores straussianos de EU e Israel?
El analista británico Ambrose Evans-Pritchard, vinculado a los intereses financieros de la City, advierte que la “estabilidad mundial pende de un hilo conforme las economías continúan su desplome” (The Daily Telegraph, 30/11/08) y comenta que en forma similar a las burbujas financieras, la “burbuja política está estallando”, y en forma análoga a los “diferenciales (spreads) financieros de riesgo” de la “sequía crediticia”, los “diferenciales de riesgo geoestratégico se han ampliado ahora en forma dramática”.
Concede enorme importancia a los Bonos del Tesoro de Estados Unidos de tres meses, que se han vuelto el “último refugio seguro” y que otorgan un rendimiento menor a cero después de descontar los costos, lo que demuestra que “ahora se paga a Washington por guardar el dinero de los ahorradores”, cuando se han desmoronado los valores del “RIC” (Rusia, India y China), que ha impulsado una fuga de capitales hacia el dólar.
Alega que la “atrocidad” de Bombay puede entronizar al partido nacionalista hindú Bharatiya Janata al poder (la tesis de Bajo la Lupa, 3/12/08), lo que derivaría en una “confrontación nuclear (¡super-sic!) entre India y Pakistán”.
Abulta las protestas del centro exportador de Guandong, debido al contagio del tsunami financiero que ha golpeado a China, que “recurriría a la carta nacionalista” mediante una incursión de sus submarinos en aguas japonesas, lo que desembocaría en “represalias de Estados Unidos”.
Extiende la descomposición financiera, económica y geopolítica a varias zonas de Europa, y en particular a Rusia: “secuestrada por los precios del petróleo, que en caso de descender debajo de 50 dólares el barril (nota: ahora se cotiza en 42 dólares) generaría un movimiento telúrico”.
Rememora antecedentes similares en la década de los 30 del siglo pasado cuando “nada era obvio” hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, y refiere que “hoy los excesos de deuda son mucho mayores”. Sugiere que los inversionistas deben apostar a los países con una “democracia profundamente arraigada, un fuerte sentido de solidaridad nacional, una probada (sic) aplicación de las leyes y portaviones nucleares (¡supersic!)”, es decir: “Estados Unidos y Gran Bretaña (GB)”.
¿Propició la banca israelí-anglosajona la carnicería de Bombay con el fin de repatriar los capitales a Estados Unidos y revaluar artificialmente el dólar? ¿Apuesta Ambrose Evans-Pritchard a una tercera guerra mundial para capitalizar los ahorros de los inversionistas en Estados Unidos y GB?
Ilya Kramnik, comentarista militar de Ria Novosti (2/12/08), y Bob Gates, secretario del Pentágono –que repite con Obama– (The Financial Times, 5/12/08), plantean guerras de diferente escala e intensidad, muy alejadas de la tesis apocalíptica de Ambrose Evans-Pritchard.
Ilya Kramnik sopesa las “posibles (sic) guerras de Obama”, que coloca en tres regiones: Afganistán, Irán y el Mar Negro. Considera que el “conflicto en Afganistán tiende a intensificarse” cuando “el Pentágono ha anunciado un plan para incrementar sus tropas a más de 50 mil soldados”, que puede llevar al empantanamiento de Estados Unidos, como sucedió con la URSS. Es evidente que la guerra en Afganistán sirve para descargar los inventarios del complejo militar-industrial de Estados Unidos.
Ilya Kramnik considera que “Irán permanecerá en la lista de las prioridades”, pero en las “presentes circunstancias Estados Unidos no se encuentra en condiciones de desencadenar una nueva guerra en la región” y optará por “ejercer presión en el interior mediante el apoyo a la oposición”.
Washington ejercería presiones sobre Moscú en la “región del Mar Negro”: el riesgo de otro conflicto entre Georgia y Rusia es “muy alto” e involucraría a Ucrania, cuando “Estados Unidos ha aumentado su flota”. Los movimientos de atracción de Ucrania y Estados Unidos servirían para facilitar la revancha de Georgia.
Los temores de Ilya Kramnik sobre un conflicto en la región del Mar Negro se confinan a los últimos días de Baby Bush ya que con Obama en la presidencia “un conflicto sería menos probable”.
Aduce que “con mayor probabilidad, Obama proseguirá el despliegue de los nuevos sistemas misilísticos de defensa en Europa del este” y asevera que “otras guerras no empezarán probablemente en otras partes del mundo”. ¡Gracias!
Sobre Venezuela afirma que Obama se limitará a apoyar a la oposición, y concluye que las “tensiones internacionales probablemente no serán menos intensas”, pero que la “crisis económica global, que apenas ha empezado (sic), y su subsecuente desarrollo, afectarían seriamente los planes políticos de las grandes potencias”. Si no entendemos mal: en un descuido se revientan las previsiones.
Más a tono con Ambrose Evans-Pritchard, Chatam House (19/11/08), uno de los más importantes centros de pensamiento de GB, abre conceptualmente un nuevo frente en el Cuerno de África, donde el caos en Yemen, debido al desplome de los precios del petróleo, se extendería a Kenia, Somalia (con todo y piratas) y hasta Arabia Saudita (¡supersic!).
A nuestro juicio, en el mundo israelí anglosajón colisionan dos escuelas de pensamiento: 1) la superbélica de los neoconservadores straussianos, vinculados a la dupla Bush-Cheney (aliada al israelí Bibi Netanyahu, candidato a primer ministro en las elecciones de febrero), pese a su crepúsculo, todavía pueden causar grave daño en los próximos 54 días antes de despedirse y legar un campo minado a Obama, que, a nuestro juicio, sembraron en Bombay; y 2) la “realista”, el nuevo eje de seguridad nacional (Scowcroft-Brzezinski-Jones-Gates) y la diplomacia clintoniana que prefieren resolver los contenciosos de Irán, Siria, Líbano y Palestina mediante negociaciones.
En un próximo ensayo en la influyente revista Foreign Affairs (bimestre enero-febrero 2009), cuyos extractos fueron publicados por The Financial Times, Bob Gates (vinculado al ex asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft y a Daddy Bush más que a Baby Bush), se pronuncia en forma impactante en favor de un “mayor énfasis” para que “ Estados Unidos se prepare a la contrainsurgencia y a las operaciones de estabilidad (sic) en lugar de su tradicional preocupación con guerras largas y dispendiosos sistemas armamentistas”.
A reserva de profundizar sobre la nueva doctrina Gates, suena impresionante que invite al Congreso en forma poco usual a financiar generosamente al Departamento de Estado para promover la diplomacia de Estados Unidos y su softpower en el mundo. El concepto de softpower, es decir, que utiliza el formidable poderío de Estados Unidos en materia cultural, científica y diplomática, fue formulado por Joseph Nye, politólogo de Harvard.
En forma inteligente, Gates repele librar otra guerra al estilo Irak y se rehúsa a empantanarse en una nueva guerra fría ni, mucho menos, en una tercera guerra mundial. ¿Dejarán actuar a Gates los neoconservadores straussianos de EU e Israel?
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